Los zapatos dicen mucho de la gente que los usa, estoy convencido de eso. Se puede saber si una persona es tímida, fuerte o aventurera, simplemente observando los zapatos que lleva puestos.
Antes de demostrarles mi teoría, veo oportuno hablarles de su origen y para ello debo presentarles a Ofelia, la señora que hacía las labores domésticas en mi casa cuando yo era un niño de unos seis o siete años, callado y retraído.
De Ofelia recuerdo su música parrandera, sus cremas corporales perfumadas, las coladas calientes con trozos de pan o galleta que preparaba, pero sobre todo, recuerdo la pulcritud de sus zapatos blancos. Eran unos tenis de suela mediana con cordones largos y gruesos atados a los tobillos. Siempre que la veía entrar por la puerta de mi habitación con el desayuno en las manos, me daba la impresión de que permanecería sólida e imperturbable aunque el mundo se sacudiera con fuerza. Era una mujer de armas tomar. Me sentía seguro y a gusto con ella.
Es probable que la conexión zapatos – carácter se consolidara en mi cabeza durante las tardes que compartí con Ofelia porque desde que tengo memoria, es decir, desde que probé sus coladas, observo con cierta fascinación los zapatos que usa la gente. Y si lo que veo me da sensación de confianza, curiosidad, o seguridad, me siento naturalmente atraído.
Nota: mi teoría poco o nada tiene que ver con el precio o la marca de lo que se lleve puesto, sino más bien con el carácter de cada diseño. Los tenis blancos de Ofelia, por ejemplo, no eran de ninguna marca reconocida pero su tela porosa y estructura liviana les daba mucha personalidad.
Dicho esto, ¡vamos a jugar!

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