Sin categoría

Mi primer día de clase

Vi acercarse a un labrador chocolate.

Como la universidad en la que estudio cuenta con una gran área campestre, los estudiantes, sobre todo los de medicina veterinaria, asisten con frecuencia a las clases acompañados de sus mascotas.

La mañana estaba fría, gris. Yo había llegado un poco tarde a ese primer día de clase y me acomodé en una de las sillas de atrás del salón. No conocía a nadie.

Eché un vistazo rápido al rededor, impulsado por el deseo de encontrar alguna pelada bonita, para tener motivación extra, ustedes entienden.

La imagen fue esta: diagonal a mí, cinco manes hablando en un murmullo ahogado por las risas. De inmediato pensé “este combo me gusta, se ven parceros” ; más adelante, dos peladas muy concentradas tomando nota y en una esquina, una monita toda mamacita que miraba por la ventana. “Eeh ave maría bombón”.  

El labrador que se había acomodado en los pies de su dueño para dormir plácidamente, ahora estaba despierto y activo.

De repente todo se volvió más interesante.

Esa mañana antes de salir yo me armé la buena pinta porque la primera impresión es la que cuenta, si o qué: los tenis del traído, camiseta, jeans y la tula que me dio mi hermana de aguinaldo. Y parece que funcionó porque cuando ya estábamos terminando la primera clase, la monita me miró y sonrió. ¡Gol!

El labrador se acercó lentamente hasta mi puesto y empecé a rascarle la cabeza. Me recordó a Lucas, el perro que me acompañó hasta el año pasado y que se me murió de viejito. Ahí, a mi lado, se quedó hasta que el profe se despidió y salió. El primer amigo en el primer día de clase.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.